En la actualidad, la forma de hacer política en países democráticos y las distintas campañas electorales exitosas han evolucionado, debido a que nos encontramos viviendo una época dónde es más latente la desconfianza y falta de credibilidad en los políticos y sus partidos. Es por esto, que resulta cada vez más complejo diferenciarse, generar una propuesta de valor para los ciudadanos que proyecte credibilidad y confianza.
Dice la frase: “el que no se distingue, se extingue” y hoy es una realidad aplicada en todos los ámbitos de nuestra vida, principalmente en el entorno político. Por lo tanto, esta frase la podemos resumir en lo que hoy conocemos como Marca Personal y que va más allá de ser un concepto tendencia; es una estrategia de diferenciación para lograr la preferencia del electorado.

Y una de las razones principales de la Marca Personal aplicada a las esferas políticas es porque sus respectivos partidos han realizando durante años las mismas prácticas, campañas, discursos muy similares, lo que ha generado que la atención de los ciudadanos esté más enfocada en la persona, en su desenvolvimiento, en lo que transmite, en lo que dice y hace y ya no en los partidos como instituciones dada la credibilidad que han perdido. De ahí que la atención, actualmente, se concentra más en destacar al político como si fuera un producto.
Simplemente pensemos en lo que sucede a nuestro alrededor; las empresas contratan a influencers para humanizar su marca y a la vez generar más confianza y empatía con sus potenciales clientes. Esto si lo aplicamos al mundo de la política funciona exactamente igual, la atención se dirige principalmente al político, más allá del partido que represente porque él es el “influencer” o dicho de otra forma él es el representante de un movimiento ideológico que debe conectar y generar empatía con su electorado. Por lo tanto, esto genera que la tendencia a diferenciar y a posicionar al candidato o actor político mediante su imagen y marca personal se vuelva la estrategia a seguir.
Cinco son las características que debemos trabajar en imagen y marca personal para el candidato: ser consistente, creíble, relevante, diferente y memorable. De forma que genere percepciones positivas en sus públicos y se posicione como un referente con respecto a su competencia.
La imagen y la vestimenta no deberían pasar desapercibidas en los análisis políticos. Muchas veces comunican más que su discurso.

No olvidemos que cuando comunicamos un mensaje, nuestro cerebro genera una opinión o juicio (positivo o negativo) que se compone del 55 % mediante nuestra apariencia física (colores, vestuario y complementos), el 38 % de lo que percibe quien nos escucha es nuestro comportamiento y actitudes (comunicación no verbal) y tan solo el 7 % son las palabras, la comunicación verbal.
Sí, nuestro vestuario comunica, así que debemos darle importancia porque el predominio de lo visual invade todas las esferas de la vida en sociedad, especialmente de aquellos expuestos a los medios de comunicación y a la opinión pública, por ello, se convierte en un factor simbólico determinante donde la ropa y toda una psicología del color adquieren un papel fundamental muy a tener en cuenta, porque en este programa electoral continuo de redes sociales y medios, la imagen y el vestuario muchas veces habla.



En resumen, podemos ver que actualmente la figura del político ha cobrado un gran impacto en las preferencias electorales, incluso con mayor peso que el partido o movimiento ideológico al que representa. Con lo cual, el político se ha convertido en la figura que sobresale en un proceso electoral.
Además, en política no hay un podio olímpico para segundos o terceros lugares, aquí se gana o se pierde. Por lo tanto, este es el momento en el que el candidato está más receptivo a las tácticas y estrategias con tal de ganar. Sin embargo, toda esta estrategia de posicionamiento se debe realizar desde mucho tiempo atrás con la finalidad de ocupar un lugar en la mente del electorado.
Hay una cita atribuida a Charles Darwin que dice: “quien sobrevive no es el más fuerte ni el más inteligente, sino el que se adapta mejor al cambio”. Precisamente el reino animal tuvo que hacer esto para evitar extinguirse. El político que quiere triunfar, tendrá que adaptarse a la nueva forma de hacer política e incorporar nuevas estrategias mediante su imagen y el vestuario.